¿Tu bebé todavía no ha tenido contacto con el agua? ¿Es la primera vez que quieres que se bañe fuera de la bañera de casa? ¿No sabes cómo hacerlo? No te preocupes si tu bebé le tiene miedo a las playas y piscinas, es lo más común del mundo. Pero si aún no ha tenido contacto con el medio acuático, es bueno que comience a familiarizarse antes de los 6 meses de edad.
Lo primero que debes tener claro es que tu niño debe sentirse seguro en el agua. Es un entorno totalmente nuevo para él, por ello necesita una buena estimulación acuática para que no coja pavor al agua. Una estimulación eficaz es la que consigue hacer del baño en piscinas un ejercicio divertido. Para que el niño se sienta seguro los padres estaréis con él dentro del agua mientras hacéis juegos, canciones, ejercicios… En resumen, entretener al bebé para que relacione ese ambiente acuático con un ambiente de diversión. Además, los bebés consiguen encontrar en el agua una sensación muy parecida a la que sentían cuando estaban en el útero materno.
Beneficios de la estimulación acuática en los más pequeños
- Fortalecer el vínculo paterno-filial: el apego entre madres y madres siempre es bueno que se desarrolle.
- Ayuda al desarrollo sensorial: al ser un ámbito totalmente nuevo para el bebé, también serán nuevas las sensaciones que obtenga de la experiencia.
- Mayor percepción visual y táctil: dentro del agua se desarrolla una nueva percepción tanto visual como táctil. Recuerda que es un mundo inexplorado para ellos, les puede gustar como desagradar.
- Les calma: el baño en la piscina puede ayudar a que el niño acabe más relajado después de él.
- Aumenta su apetito: al estar en un movimiento continuo, se gastan más calorías y esto hace que al terminar la actividad tengan más hambre.
- Estimula su conciencia: la estimulación acuática también hará que los bebés aprendan nuevos conceptos como “arriba y abajo”, “delante y atrás” o “comenzar y finalizar”.
Además, las actividades acuáticas proporcionan beneficios a nivel perceptivo motriz, como por ejemplo una adquisición del desplazamiento autónomo, evitar la atrofia muscular en esas edades y un conocimiento y desarrollo del cuerpo y sus movimientos, al fin y al cabo, no dejan de hacer ejercicio. También favorece al nivel cognitivo, es una actividad en la que el bebé está en constante aprendizaje, incluso el psicológico, empiezan a proyectar conductas del mundo adulto como a arriesgarse. Al ser generalmente una dinámica de grupo, aprenden a comunicarse no solo con los padres sino también con otros niños y a desarrollar un “yo” corporal, lo que favorece la afectividad.
Más beneficios de las actividades acuáticas
Por último, toca señalar que el mundo relacionado con el agua ayuda a desarrollar su sistema inmunológico así como aumentar su coeficiente intelectual y su sistema cardiorrespiratorio. No dejan de hacer un deporte muy bueno para la salud.
Gracias a una estimulación temprana el pequeño podrá crecer sin miedos al agua y desarrollar el concepto de supervivencia en el agua. Es muy importante que desde pequeños estén en contacto con el agua y sepan defenderse ante cualquier situación. Una vez que somos adultos, nadar no es una mera actividad sino que puede ayudarte a sobrevivir en las peores situaciones.