Los alimentos transgénicos son aquellos que han sido modificados genéticamente, lo que significa que tienen en su ADN genes de otras planas o animales. Este tipo de alimentos son más comunes de lo que puede parecer y, aunque tiene sus pros y sus contras, no hay evidencia científica de que sean menos seguros o saludables que los que no han sido alterados.
Quizás no te hayas dado cuenta, pero al ir a hacer la compra, seguro que has metido en el carrito más de un alimento que ha sido modificado genéticamente. Esta alteración de los alimentos para conseguir mejores características lleva realizándose desde que los seres humanos descubrieron la agricultura. Durante años se ha seleccionado aquellas plantas o animales que producían mejor descendencia para obtener cada vez mejores alimentos. Sin embargo, la alteración genética de los alimentos consiste en la selección de aquellos genes específicos que aportan unas características determinadas y en su consiguiente implantación en las células de otras plantas o animales. Este proceso supone que solo se seleccionan aquellos genes favorables, mientras que en la cría selectiva de antaño también se podía transmitir a la descendencia características indeseadas.
Para que veas que los alimentos transgénicos forman parte de nuestro día a día, aquí tienes una lista de los alimentos genéticamente modificados más consumidos en el mundo:
- Maíz: disminuye los costes de producción y hace que las cosechas sean más resistentes a los herbicidas.
- Soja: algunas de las modificaciones hacen que tengan niveles más altos de ácido oleico (disminuye el conocido como “colesterol malo”, el LDL) y otros aceites.
- Tomate: hacen que esta fruta sea más nutritiva, apetecible y resistente a las plagas y al transporte.
- Patata: se aumenta la producción para satisfacer la gran demanda de este tubérculo y hacerla más nutritiva.
A raíz de la popularización de este tipo de alimentos surgió el debate de si el consumo prolongado de los mismos podía tener efectos en la salud. La OMS y otras entidades competentes del sector científico han desmentido esta afirmación, asegurando que no hay evidencias de su nocividad ni efectos negativos.
Aun con esta información encima de la mesa, hay quienes creen que existe la posibilidad de que tenga efectos secundarios dañinos para la salud y el medioambiente, tales como:
- Posibilidad de que alteren la biodiversidad, generen bacterias resistentes a los antibióticos y provoquen mutaciones de virus y hongos.
- Podría afectar a la fertilidad, pues un estudio de Greenpeace confirmó que las ratas alimentadas con transgénicos tenían menos descendencia.
- El comercio local puede verse afectado debido a que sus productos no presentan las características perfectas que tienen los transgénicos pese a que el producto es de la misma calidad.
Como hemos dicho, se trata de meras hipótesis y no hay estudios que avalen estas suposiciones, por lo que el debate parece decantarse claramente hacia los múltiples beneficios de este tipo de alimentos, entre los cuales destacan:
- Cultivos más baratos y resistentes a herbicidas, virus, bacterias y plagas, lo que significa que se abaratan los costes y aumenta la producción. Además, favorece el uso de menos cantidad de herbicidas, lo que resulta beneficioso para el medioambiente.
- Se obtienen alimentos más nutritivos, grandes y duraderos. También se acelera la producción y, por lo tanto, el abastecimiento de la población.