La primera vez que veas a tu hijo pequeño golpearse contra el suelo o la cuna pensarás que “se ha vuelto loco” o le pasa algo. Sin embargo, es algo bastante habitual.
Golpear la cabeza contra el suelo o un objeto es una conducta temporal y pasajera en la mayoría de los casos que suele durar unos cuantos meses, aunque puede alargarse más a veces. Suele empezar hacia los 18 meses y durar hasta los 3 años, aproximadamente.
Entre las causas principales para este comportamiento encontramos:
1- Relajarse, ya que muchos niños, cuando están muy nerviosos o alterados, encuentran en el movimiento rítmico de golpearse la cabeza contra algo una forma estupenda de tranquilizarse.
2- Llamar la atención. Si el bebé, la primera vez que se golpee, ve que te pones nervioso y corres a hacerle caso, lo repetirá para conseguir que le hagas caso rápidamente.
3- Calmar su frustración. Los niños pequeños tienen una baja tolerancia a la frustración, por lo que necesitan canalizar su rabia y su ira de alguna manera, y algunos recuren a estos golpes para tranquilizarse cuando no han conseguido algo.
En algunos casos el golpearse la cabeza puede ser señal de trastornos neurológicos o mentales, como el autismo, pero este gesto irá acompañado de otras señales y, como decíamos, no es lo normal. Lo más habitual es que no sea nada preocupante y deje de hacerlo a medida que crezca y madure.
No obstante, mientras dure esta etapa es importante que sepas cómo actuar cuando a tu hijo le dé por golpearse la cabeza. Para empezar, enséñale otras formas de calmarse cuando esté frustrado o nervioso, como respirar hondo, contar hasta 10, darte un abrazo, etc.
Averigua por qué lo hace para intentar evitar las situaciones que le hagan golpearse. Quizá lo haga más cuando tiene sueño o está cansado. A no ser que se haga daño, es mejor que no te acerques mientras lo hace y que le des un tiempo ya que, si te acercas, puedes reforzar ese comportamiento. En cuanto pare, acércate y dile lo feliz que eres de que haya parado y dale un abrazo y un beso.