¿Las sonrisas de los recién nacidos son solo actos involuntarios de sus músculos o son una respuesta a estímulos positivos?
A lo largo de la historia, han sido muchos los mitos que se han desmontado en torno a la psicología y desarrollo del bebé. Algunos de ellos, hoy nos parecen un absoluto escándalo, como que se creyera que los bebés no podían sentir el dolor como los adultos debido a su sistema nervioso inmaduro. Esta creencia llevaba a que se realizaran procedimientos dolorosos sin anestesia. Gracias a años de estudios, se demostró que no solo sí sentían el dolor, sino que este tenía consecuencias fatales en su desarrollo.
Otro de los mitos que giran alrededor de los recién nacidos tiene que ver con sus sonrisas. Aún están realizándose estudios, pero las evidencias científicas indican que la creencia de que los bebés tan solo sonríen como acto reflejo es falsa.
Antaño se creía que los bebés sonreían de manera involuntaria, es decir, que simplemente contraían músculos de la cara inconscientemente, pero los estudios recientes han demostrado que con tan solo 24 horas de vida ya responden con sonrisas a estímulos positivos como caricias o aromas agradables. A partir de las 23 semanas, el feto ya sonríe dentro del vientre materno y 36 horas después de nacer, ya sonreirá por imitación. Dicho esto, no será hasta el primer mes cuando tenga las llamadas “sonrisas sociales”, es decir, aquellas que antes de producirse, buscan el contacto visual.
Habrás pasado horas viendo a tu bebé dormir y seguro que se te ha caído la baba cuando le has visto sonreír en sueños. Estos gestos se conocen popularmente como “la sonrisa de los ángeles” y se trata de movimientos involuntarios motivados por recuerdos y sensaciones placenteras. Aunque no lo creas, los bebés tienen recuerdos y sueñan, principalmente con vivencias pasadas que han ido almacenando desde que están en el útero. Estos recuerdos quedan guardados en el subconsciente y estarán ahí pese a que no los recordará cuando crezca por la llamada “amnesia infantil”.
Por otro lado, aunque el bebé sonríe cuando está durmiendo, lo hace el doble de veces cuando está despierto e interactuando socialmente. Esto es una razón de peso para creer que el factor social influye en sus sonrisitas. Además, se ha observado que los bebés no solo mueven los músculos cercanos a la boca al sonreír, sino que también involucran los de los ojos. Este dato, aunque pueda ser irrelevante en un primer momento, es crucial, pues involucra un nuevo concepto: la sonrisa de Duchenne.
Este tipo de sonrisa también se conoce como “sonrisa de verdad” y se trata de aquellas sonrisas espontáneas que tenemos cuando algo nos gusta o nos hace gracia. En este movimiento, no solo se contraen los músculos cercanos a la boca como en las sonrisas que podemos forzar cuando nos hacen una foto, sino que también hay contracción en los músculos alrededor de los ojos, los que forman las conocidas “patas de gallo”.
La sonrisa de Duchenne se produce de forma espontánea por lo que, al haberse detectado en recién nacidos, se entiende que se trata de algo más que un simple acto reflejo y responde a un componente social e instintivo de felicidad.
A medida que crezca, sus sonrisas se acentuarán y, cuando tenga dos meses, ya sabrá que la sonrisa se contagia. Un mes o dos más tarde, ya sabrá utilizarla para expresar sus necesidades y emociones, de la misma forma que hace con el llanto. A partir de los ocho meses y hasta el año, desarrollará una sonrisa intencionada y empática de la misma forma que los adultos. Crecer sonriendo y viendo sonrisas a su alrededor convertirá a tu pequeño en un adulto empático y risueño. Acompáñale y enséñale que con una sonrisa puede llegar a donde quiera.