Si nos comparamos con otros animales, los seres humanos nacemos muy inmaduros. Un bebé necesita cuidado constante de su madre, lo que le genera dependencia y apego. A medida que va creciendo y la madre comienza a darle algo más de espacio, es normal que el pequeño se sienta desprotegido, por lo que es bueno que recurran a los objetos transicionales, también conocidos como objetos de apego o consuelo.
Estos objetos de transición les proporcionan la seguridad y tranquilidad que les da su madre cuando esta tiene que separarse del pequeño, normalmente por la vuelta al trabajo. Es por esta razón que este tipo de conductas suelen desarrollarse principalmente en las sociedades occidentales.
Los objetos de transición, consuelo o apego, son normalmente peluches, muñecos, mantas o almohadas con una textura suave y blanda y un olor característico, que les proporciona seguridad y confianza.
No es raro que muchas veces este “objeto transicional” no sea un objeto, sino una conducta como chuparse el dedo, cantarse a sí mismo o acariciarse el pelo o las orejas. Al llevar a cabo esta conducta o estar en contacto son su objeto de apego, disminuirán sus niveles de ansiedad y estrés, aportándole seguridad y tranquilidad. Esta mantita o peluche no puede ser inculcada por sus padres, sino que será el propio niño quien la elija en caso de necesitarlo.
Un consejo a tener en cuenta es no lavar el peluche o mantita de apego, ya que tiene un olor muy característico para tu bebé. En el caso de que lavarlo sea una necesidad de fuerza mayor, es recomendable hacerlo a escondidas sin que el pequeño se dé cuenta. Piensa que para el niño es su compañero más fiel, por lo que, muchas veces, pueden pensar que está siendo maltratado o torturado si lo metes en la lavadora.
Seguramente será el niño el que se encargue de tenerlo siempre a mano, pero en caso de que vayáis a hacer un viaje, no te olvides de llevarlo. De lo contrario, podría serle muy difícil conciliar el sueño o disfrutar de unas bonitas vacaciones.
Este apego suele aparecer a partir de séptimo mes, cuando el bebé comienza a ser consciente de que su madre no forma parte de él y desaparece entre los 2 y los 4 años. Es importante no desprenderles de él forzosamente, ya que podría generarle angustia y ansiedad. Además, suelen ser ellos mismos los que lo dejan de lado. Dicho esto, no todos los bebés necesitan de este objeto, especialmente si duermen junto a sus padres.
En algunos casos, aunque el niño haya abandonado ya su objeto de apego, puede necesitar recurrir de nuevo a él ante algún cambio en su vida, como podría ser una mudanza, la llegada de un nuevo miembro a la familia, primeros días de escuela, empezar a dormir solo, etc. Esto es completamente normal y forma parte del desarrollo psíquico y personal de cada bebé. En cualquier caso, si te preocupa, siempre puedes consultar con tu pediatra o especialista.