La deforestación es uno de los principales problemas asociados al cambio climático y la contaminación, ya que los árboles son esenciales para regular el clima y mantener el oxígeno que necesitamos para vivir.
¿Cómo ayudan los árboles a luchar contra el cambio climático?
Los árboles son el mayor sumidero de carbono (CO2) de la naturaleza. Lo absorben de la atmósfera, lo convierten en glucosa para sus células y lo almacenan para crecer. Y, a la vez, exhalan oxígeno a la atmósfera para que lo utilicemos nosotros.
De esta forma, ayudan a regular el clima y a limpiar el aire, evitando el cambio climático, las sequías, la polución y demás problemas asociados a la deforestación.
Además, los árboles hacen mucho más que absorber el CO2. Son un recurso renovable y aportan muchos beneficios a los seres humanos: producción de alimentos, combustible, medicina, materiales de construcción, hábitat de la fauna, agua y aire más limpios, conservación del suelo y mucho más.
También desempeñan un papel vital en la protección de nuestro planeta frente a fenómenos meteorológicos extremos como huracanes, tornados, sequías, inundaciones, incendios forestales, olas de calor y de frío.
Ayudan a frenar las marejadas. Contribuyen a estabilizar los suelos, impidiendo que se erosionen hacia los ríos y arroyos. En definitiva, son fundamentales para la vida en la Tierra. Por eso, debemos frenar la deforestación y plantar nuevos árboles.
Evitar la deforestación
La deforestación es una de las mayores fuentes de emisiones: alrededor del 10% del total. Además, se calcula que la deforestación representa hasta el 20% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero en los países tropicales.
Por tanto, una forma de frenar el cambio climático es proteger los bosques tropicales existentes y evitar que se sigan destruyendo los hábitats naturales. De esta forma, no solo conservaremos los bosques existentes, sino también protegeremos otras plantas y animales.
Replantar los bosques
Además de parara la deforestación y evitar que se sigan destruyendo ecosistemas tan importantes como la Amazonia, es conveniente plantar árboles nuevos, aunque es cierto que estos árboles tardan años en crecer y ayudar a mejorar el cambio climático. Pero es una medida importante que debe ir acompañada de otras como reducir los gases que expulsamos a la atmósfera.
Algunas estimaciones sugieren que un esfuerzo global de reforestación en el que replantemos hasta 800 millones de hectáreas en todo el mundo podría darnos 300.000 millones de toneladas de absorción de carbono en 25 años. Otros sugieren que 900 millones de hectáreas podrían absorber unos 200.000 millones de toneladas.
Sin embargo, para que esto sea posible los nuevos árboles deben convertirse en un bosque maduro, lo que lleva décadas. Y siempre que se les deje madurar de forma natural y logren sobrevivir, algo que no siempre ocurre.
Además, es cierto que no podemos replantar en todas partes, ya que en plantea no tiene uno o dos mil millones de hectáreas de sobra sin utilizar. La mayoría de las tierras ya están ocupadas por las ciudades y pueblos, plantaciones agrícolas, industrias etc. Por lo tanto, no se puede replantar tanto como haría falta.
Por eso, lo mejor es ayudar a conservar los bosques ya existentes, evitar la deforestación de las grandes zonas de árboles y plantar nuevos árboles en esos bosques ya maduros.