La contaminación ambiental aumenta el riesgo de sufrir enfermedades respiratorias ya desde la infancia. Intentar reducir esta contaminación es fundamental para mejorar la salud de todos.
Las enfermedades respiratorias han aumentando considerablemente en las últimas décadas debido, en gran parte, al incremento de la contaminación ambiental.
El aire de la mayoría de las ciudades, e incluso de muchos pueblos, está cargado de sustancias tóxicas perjudiciales para nuestra salud. Los principales componentes de la contaminación del aire en los países desarrollados son:
– dióxido de nitrógeno a causa de la combustión de combustibles como el carbón, el petróleo o el gas presentes en vehículos, industrias, casas, etc. Estas partículas pueden causar inflamación de las vías respiratorias.
– ozono, debido al efecto de la luz solar sobre el dióxido de nitrógeno y los hidrocarburos. Irrita los pulmones e incluso una exposición corta puede causar dificultades respiratorias, dolor torácico e hiperreactividad de las vías respiratorias.
– partículas sólidas o líquidas en suspensión que inflaman y estrechan las vías respiratorias.
Los niveles de contaminantes en el aire varían en función del lugar y de las condiciones ambientales. Conviene comprobar el índice calidad del aire para saber qué horas son las mejores para estar al aire libre, especialmente haciendo actividades deportivas.
Además, en espacios cerrados puede haber otros contaminantes como la quema de combustibles de biomasa o el humo del tabaco.
Todos estos contaminantes provocan que los músculos de las vías respiratorias se contraigan, lo que estrecha la vía (hiperreactividad bronquial).
Esta contaminación afecta más a las personas que tienen enfermedades respiratorias graves, dificultando su respiración y pudiendo provocar ataques.
Los niños también son más vulnerables a la contaminación del aire pudiendo aumentar las infecciones respiratorias como resfriado común, bronquitis, bronquiolitis, neumonía, etc. y disminuyendo su capacidad pulmonar.
Además, aumenta el riesgo de padecer problemas como infecciones respiratorias, asma, laringitis crónica, cáncer de pulmón o Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC).
Todas estas enfermedades se consideran enfermedades pulmonares medioambientales y aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
¿Cómo reducir este riesgo?
– Procura no hacer ejercicio físico al aire libre los días u horas de mayor contaminación. Comprueba el índice de calidad del aire en tu ciudad y procura no salir si hay mucho ozono o dióxido de nitrógeno.
– Mantén tu casa libre del humo del tabaco y otros contaminantes.
– Mejora la calidad del aire de casa con un purificador de aire, colocando una ventilación externa para los artefactos de gas y evitando las chimeneas.
– Procura salir regularmente a espacios verdes y menos contaminados.