A pesar de su tamaño las uñas son una parte fundamental de nuestro cuerpo, ya que ayudan a proteger las extremidades de las manos y de los pies que son más sensibles. En ocasiones estas uñas se encarnan y es bastante doloroso.
Causas y síntomas de una uña encarnada
Cuando un bebé es recién nacido sus uñas son más blandas y frágiles que las de un adulto, además están más adheridas a la piel. Por ello, se debe tener más cuidado porque es fácil que la uña se clave en la piel y crezca por un sitio que no es el apropiado. Lo que se conoce como uña encarnada.
Normalmente es la uña del dedo pulgar del pie la que se encarna, pero puede suceder con cualquier otra.
Una uña puede encarnarse por diferentes motivos como:
Cortar la uña más de lo debido. Lo recomendable es cada tres o cuatro semanas cuando sobresalgan un poco. Usar unas tijeritas pequeñas o un cortaúñas especial para bebés. Lo ideal para evitar que la uña se encarne es hacer un corte recto, intentando que la uña quede “cuadrada” y nunca circular.
Además de eso, no es recomendable usar unos zapatos prietos o los impactos contra el pie, por ejemplo, en los deportes. Se debe poner especial atención cuando la uña se cae por completo y nace una nueva.
Cuando sucede alguna de las causas anteriores u otras, el pequeño puede sentir una inflamación y enrojecimiento de la parte del dedo más cercana a la punta de los dedos, dolor, ampollas e incluso en ocasiones fiebre.
Cómo evitar la uña encarnada
Los niños tienen más facilidad de sufrir una encarnación que los adultos.
Si notas que su uña está encarnada deberás sumergirle la zona en agua tibia para que esté más blanda y así poder retirar la parte de la uña que se clava en la piel con más facilidad.
Pocas veces se necesita cirugía para este tipo de situaciones.
Si presenta la piel muy irritada o enrojecida es bueno desinfectar con agua oxigenada y aplicar crema antibiótica.
Si después de unas semanas la zona de la uña encarnada no mejora, lo mejor es visitar el pediatra y nos indique qué se debe hacer.